Los Guardianes del Maíz muestra la profunda relación de los pueblos indígenas de Oaxaca con el maíz nativo y sus métodos tradicionales de cultivo.
El documental explora la fragilidad de un ecosistema cultural amenazado por el cambio climático, la emigración, el envejecimiento del campo, la incursión de alimentos y bebidas procesadas, el uso de glifosato, la invasión de maíces tanto industriales como genéticamente modificados y la biopiratería.
Poniendo la mirada en cuatro comunidades ubicadas en los Valles Centrales, la Sierra Mixteca Alta y Baja y la Chinantla, el documental recoge los testimonios (en sus lenguas originarias) de familias que han pasado de mano en mano, a lo largo de siglos, las semillas de maíz con su carga genética primigenia y ancestral. Además, recoge puntos de vista de científicos, investigadores, activistas, cocineras tradicionales y chefs para su preservación y expansión, dejando en claro que las especies ancestrales de maíz y su constante coevolución con las comunidades que los cuidan, son la única forma ética y sustentable de superar retos nunca antes vistos, como el cambio climático y la desenfrenada obesidad a nivel nacional.
Finalmente, documenta la llamada la Feria de Agrobiodiversidad, un intercambio de semillas y conocimiento que se celebra cada año en el Ejido Unión Zapata, muy cerca de las cuevas de Guilá Naquitz, uno de los puntos de origen del maíz. A la Feria acuden hasta quinientas familias de agricultores indígenas que siembran maíz ancestral y se benefician de los productos que aporta el ecosistema “milpa”.
“Guardianes del maíz” abre la posibilidad de que más productores tradicionales se conozcan e interactúen, se apoyen y defiendan el patrimonio cultural que les pertenece. También es un llamado a los gobiernos y a las organizaciones no gubernamentales para reorientar y priorizar esfuerzos a favor de comunidades indígenas con bancos de semillas originarias. Y es una forma de agradecer a las familias de campesinos que nos dieron la oportunidad de echar una mirada a su mundo, un mundo milenario de tradición y resistencia.
For thousands of years, native farmers in the Mexican state of Oaxaca have kept alive a system of seed exchanges that, like oral almanacs, have brought the collective knowledge of traditional milpa* farming methods into the Twenty-first Century.
One such seed exchange takes place in the town of Ejido Unión Zapata, in whose province lie the caves of Guila Naquitz. Today the caves are catalogued as a World Cultural Heritage Center by UNESCO, whose website describes them as containing, “the earliest known evidence of domesticated plants in the continent, while corn cob fragments from the same cave are said to be the earliest documented evidence for the domestication of maize. “
The seed exchange at Ejido Unión Zapata is host to over 500 indigenous farmers and their families who come from every region in Oaxaca. The system predates the arrival of the Europeans and to this day, no money changes hands. The only currency tendered here is genetic diversity and good advice. It was at Ejido Unión Zapata that the idea for our documentary, Los Guardianes del Maíz, The Keepers of Corn, 2020 was born.
To fully understand the importance of preserving the over sixty varieties of native corn in Mexico and the genetic diversity of the hundreds of eco-system-specific strains cultivated in Oaxaca, we needed to trace some of the farmers back to their fields and communities in the far flung Mixteca, Zapotec and Chinantla regions of the state.
It is hoped that this work serves as a testament to both the fragility and tenaciousness of traditional farming cultures, whose way of life is challenged daily by the incursion of fast-food, soft drinks and a growing ecological catastrophe caused by the increasing use of herbicides. We are honored and grateful to have been invited into these communities and hope that our work provokes a dialog between them and others like them, even in other countries.
We learned along the way that coalitions between budget-strapped, yet dedicated, government scientists, activists, chefs and the farmers themselves actually do happen and that together they can work in defense of the great genetic diversity and cultural treasure that native corn represents.